El Acuerdo de París de 2015 fue un importante punto de inflexión en la lucha contra el calentamiento global y el cambio climático.
Además, este pacto supuso el compromiso de la comunidad internacional para compatibilizar el crecimiento económico con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Por primera vez se concretó a nivel internacional la necesidad de un proceso de des-carbonización global, cuyo objetivo es un cambio de modelo energético hacia una energía limpia.
Esta energía renovable además debe garantizar la generación de un sistema energético seguro y competitivo, a un precio asequible, para favorecer el desarrollo y la generación de riqueza y empleo.
Cada uno de los países deben posicionarse en la innovación y tecnologías renovables, con el objetivo de aprovechar al máximo las oportunidades e impulsar a las naciones la modernización y progreso.